Orbe, de Gabriel Francini, en formato audiovisual


La obra Orbe, de Gabriel Francini, compuesta por tres poemarios, está en youtube en formato de vodcast. Los libros los pueden conseguir en la cadena Gandhi/Galerna. 
Están avisados, amigos. No se los pierdan!
































ORBE

SIMA (00:00)

VAIVÉN (50:17)

CIMA (1:40:06)

 

Orbe surge de triple fuente: La Divina Comedia, la filosofía taoísta y el Cuadrado Redondo. Es una trilogía cuyas partes (sima, vaivén y cima) equivalen, aunque lejanamente, al infierno, purgatorio y paraíso de Dante. Al mismo tiempo, sima es yin y cima es yang. Vaivén es un puente y una armonización de los contrarios. Además, los poemas están regidos por estructuras aritméticas extraídas de un mandala cuadrado que hace diez años descubrí y me deslumbró por su belleza y misterio. Fue escrito a la sombra fulgente de Dante Alighieri, en días de escritura frenética inspirada en la lectura de su poema. Por aquel tiempo me arrebató el numen de hacer mi divina comedia, tal vez porque vi un camino que va de la oscuridad a la luz, un viaje que transfigura nuestra miseria mortal en algo más alto que nosotros mismos. A pesar de la impresión caótica, es una obra musical. Debajo de la aparente confusión hay un esqueleto numérico que la sostiene. Son poemas con rima y métrica pero parecen escritos de forma libre. Mi ambición fue buscar otra manera de hacer música. Rimé solamente la vocal acentuada; según esto, “canto” rima con “alma”. En cuanto a la métrica, no sumé una sílaba cuando el verso termina en palabra aguda ni resté en el caso de las esdrújulas. Tampoco usé en ningún caso la sinalefa. Elegí usar estrofas irregulares por su número de versos y desiguales con respecto a la métrica de sus versos. Antes de lanzarme a escribirlo supe que mi libro me derrotaría. Sin embargo, su escritura fue uno de los acontecimientos más profundos de mi vida. Escribiéndolo me interné más en mí y a la vez en el mundo. Llegué a un lugar del que no volví igual, un abismo del que volví con esta pequeña gran verdad: existe una luz y es el amor. Ése es mi trofeo. Orbe tiene su doble sonoro, que es una pieza musical compuesta con los mismos números que el libro. La métrica de los poemas fue construida de acuerdo a series aritméticas tomadas de un dibujo hecho con números que yo llamo el Cuadrado Redondo. Estas series tienen características bilaterales, cíclicas y especulares, sugieren la forma de un círculo y son la estructura numérica del libro y de la obra musical. El Cuadrado Redondo puede verse en su versión plástica en las tapas de los tomos de la trilogía. En el tercer capítulo de mi novela El Cuadrado Redondo, expongo con finura de qué se trata ese cuadro numérico. La temática preestablecida de luz y oscuridad funcionó como una guía que no fue seguida sin variaciones y que se desvió hacia una ramificación de asuntos a medida que se desplegaron los poemas en un desarrollo motívico. Esta amplitud de materiales son las cosas que están en mi mente o en mi corazón, y hablé de todo lo que del mundo hay en mí, del orbe que llevo en mí. Digamos que fui fantaseando por caminos divergentes, dando como efecto una masa de múltiples sentidos, un universo mezclado. Mi ideal poético es visceral, un pensamiento sentido con todo el ser. Escribo con palabras que me rodean fuera y dentro de mí, con piedras y gemas clavadas en la carne que me cercan desde adentro. Cada palabra tiene una identidad, como si fueran personajes que dialogan y juegan entre ellos y se combaten y se aman. Escribo con palabras que resuenan en mí como si las conociera de un tiempo anterior. Son olas que vuelven de mi corazón trayendo lo esencial de mi ser, depuradas y pulidas. Son sonidos que escucho como chispazos revelados de una verdad que sin embargo se oculta, sólo se manifiesta en vislumbres, entrevisiones. Y cada poema es un espejo donde se ve un vacío. Pero más allá de mi poesía, ¿qué es la poesía? En el mundo en que estamos es una rebelión, un retorno a la naturaleza no sólo humana sino cósmica, un escucharse en el viento que corre en el silencio. Un detenerse, entre tanto precipitar sin sentido, para ver otro mundo donde pasan otras cosas y de otra manera. Si la poesía es una forma de conocer el mundo, lo es a través del pensamiento corporal, es decir, el pensamiento sentido, el que vive el mundo en carne viva. Las palabras del poeta vienen de afuera pasando por el adentro, como si el cuerpo fuera una antena que participa de la creación del mundo. De este modo, conocer es crear. También pienso que la poesía es diálogo del poeta con el mundo y consigo mismo en el mundo. Éste se hace palabra viva, que el poeta extrae de su visión y con ella construye el poema, ceniza de ese fuego que fue unión. Rebelión, retorno, detenerse, silencio. Conocer, crear, dialogar, unir. Eso ha sido Orbe para mí, y lo abandono porque también fue juego irracional que dura unos instantes. Ceniza.

 

Gabriel Francini





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