A continuación compartimos dos poemas de una de nuestras novedades de la Colección Precipicios, de poesía, de fines de 2016 y el texto con el que Valeria Pariso presentó Hija de mala madre, de Paula Novoa, en Dante Bar de Castelar.
16
Una niña
busca en mi cuerpo
sus pasos
embarrados.
Ligera
camina
por temor a
despertarme.
17
Hubo indicios,
estabas
desenmascarado
desnudo
sin lentes
tu voz era tu voz
tu tristeza era la
misma
tu ángel oscuro ahí
sentado.
Y me quedé.
Escuchamos a un
señor que cantaba
desde el infierno
desde el mismo
averno
con coros de
brujas.
No había comida
pero el chino
estaba abierto.
Me ofrendaste tu
vacío
en un cáliz de
plata.
Y lo acepté.
Llovía y hacía
frío,
hasta nevó una vez.
La salamandra echaba
humo,
nuestros gatos
morían.
Y me quedé.
No hubo
encrucijada,
ni laberinto.
Sólo tomé el camino
que los cuentos
me habían dicho
que no tome.
Otra plaga enviada
por los dioses
por desobedecer al
oráculo que en el furgón
vaticinó mi destino.
Y acá llegué.
Hija de mala madre de Paula Novoa
Por
Valeria Pariso
Hija de
mala madre, el nuevo libro de Paula Novoa, reúne 40 poemas
breves y certeros. Desde el inicio, la idea del recuerdo, de la necesidad del
recuerdo como una estrategia para salvarnos de la muerte, abre el juego a
través de un epígrafe de Proust: “el recuerdo descendía a mí como un socorro”.
En el prólogo, agudo y preciso, Daniel Gigena afirma que la infancia es
uno de los ejes de este libro. Coincido. Todo el libro está traspasado por la
infancia como etapa a la que se puede y debe volver, como un ejercicio para
retomar la pureza de lo que se creía perdido:
Esperar la
próxima lluvia
y barcos
de papel
a la
orilla de mi infancia
me
devuelven diáfana y pequeña.
(poema 6)
La búsqueda de la niña sobrevuela todo el libro. Aparece, entonces, la
idea de fragilidad, la cicatriz del
asombro. Y el hecho de aprender, a través de sucesivos intentos, a abrigarse
con la propia desnudez.
Es que, como dice el poeta chileno Raúl Zurita: "el olvido no es
posible, lo importante es de qué forma recordamos".
En Hija de mala madre, el yo
poético insiste en la conciencia de la coexistencia de todas las etapas de la
vida en una misma vida, no la superación sino la coexistencia, la niña y la
mujer en el mismo plano, emplazadas en
igualdad de condiciones y de valor.
La imagen femenina heredándose una y otra vez, en todas las mujeres
familiares, aceptándolas para sanar, entrando en todas las muertes, propias y
ajenas, que hacen la existencia actual, hasta llegar a la mujer que se quiere
ser.
Tal como se advierte en el prólogo,
“después de El año que fui
homeless, la escritura de Paula Novoa, vuelve a un punto de partida
característico de la poesía: la primera persona”. Así es. Pero la primera
persona está utilizada de una manera que nos abarca a todos, todos somos ese yo
presente en la voz poética. Hay una dialéctica entre poeta y lector que nos
obliga a hacer el trabajo del recuerdo que hace Paula, y pasa de la primera persona del singular a la segunda
o a la tercera con tanta sutileza que el lector casi no lo advierte.
Además de la infancia y el recuerdo, aparece la idea del espejo, del
otro como parte que se devuelve de uno:
Una mueca
de sonrisa
golpea mi
ventana.
(poema 3)
Es inevitable preguntarse: la mueca de la sonrisa de quién. De qué
sonrisa habla la hija de mala madre. ¿La propia? ¿La ajena?
Palabras de Paula Novoa antes de la lectura de Hija de
mala madre
Hija de mala madre no soy
sólo yo, somos todas. Somos todas las hijas de las hijas de las hijas y de las
hijas que, como yo, intentamos construirnos con la herencia a cuestas, no sólo
familiar, también social. Cada quien con su dolor, con sus heridas, con sus
cicatrices y suturas. Hija de mala madre es mi poesía, que es mi hija. Yo no
soy buena madre, porque “no me dieron un manual”, “porque hago lo que puedo”. Llevo en mi cuerpo las huellas de mis antepasados, de mi madre, de mi abuela de
mi bisabuela y de mi tátara.
Nací un 8 de marzo, un
día de lucha para la mujer. A veces pienso que (salvando la distancia entre esa
lucha y la mía) llevo un estigma. Nací en 1976, 16 días antes del golpe militar
y considero que ese contexto también me condicionó, como a todos. Nací en San
Antonio de Padua, hija de maestra y jardinero/electricista. Soy hija también
de una clase, y escribo desde ella.
Paula Novoa y Valeria Pariso
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