Cave Librum Editorial: “el libro que muerde y contagia su rabia”
Gustavo Genez, María Laura Frecha y Diego Aristi López montaron Cave Librum Editorial
 desde el Oeste del GBA y desde ahí -ese parece ser su 
deseo- se expanden hasta la Capital Federal y ambicionan otras plazas 
del mercado argentino. ¿Tiene sentido construir una literatura desde los márgenes? ¿La
 narrativa actual atendió el proceso político de los últimos años? ¿Se 
puede editar sin subsidios? ¿Tiene todavía sentido escribir? 
Una charla no alcanza para contestar todo esto, pero sí para marcar 
líneas de pensamientos que nos permitan, a futuro, tomar una posición al
 respecto de lo que queremos leer. Con tres libros editados a pura 
inversión, decir a pura fe tampoco sería desacertado, Cave Librum intenta traer
 a la narrativa actual otras conversaciones. Está en ellos buscar los 
interlocutores necesarios para poder iniciarlas.
Ustedes fundan una editorial en base a la necesidad de hacer circular su obra y con la idea, a futuro, de 
hacer circular otros libros, otras voces. ¿De dónde surge esa necesidad?
 ¿Cómo toman la decisión de llevar adelante una editorial?
Gustavo Genez: Muchas noches, hablando, 
veíamos una franja huérfana de otros idénticos a nosotros, que por 
diferentes razones se encontraban desamparados como lectores y autores 
en el estado de cosas actual de la literatura argentina. Veníamos 
escribiendo y conversando hacía años, y al fin decidimos alzar la voz y 
publicar, ir a buscar a aquellos lectores que imaginamos. Cave Librum 
Editorial pretende expresar esa franja, ese espacio riquísimo en el que 
se escribieron nuestros textos y también busca ampliarse con otras 
voces.
María Laura Frecha: Es en este país, 
donde se lee poquísimo y se escribe casi sin pasión, donde se inicia la 
editorial. Escribimos porque no podemos dejar de hacerlo (al menos yo he
 intentado abandonarla, pero no lo consigo, regreso a sus brazos) y 
publicamos porque la literatura se nos impone como testimonio de este 
tiempo plagado de añoranzas y de premoniciones. Cargamos con lecturas 
que nos marcaron y apostamos a ese perfil “peligroso” de la literatura: el libro que muerde y contagia su rabia.
Diego Aristi López: El origen del nombre 
Cave Librum viene de esta idea. Cuando descubrieron Pompeya, muchos 
caserones tenían en la entrada la inscripción Cave canem: cuidado
 con el perro. Nosotros pretendemos editar libros dentados, libros que 
hayan sido escritos corriendo riesgos y dar con los lectores que estén 
dispuestos a tomar el desafío, a correrse un rato de un espíritu de 
época tan conservador y moralista como el actual. Esta es la aventura, y
 avisamos: cuidado con nuestros libros.
María Laura Frecha: Hay una Argentina que
 ya sólo existe en el recuerdo, donde era posible la esperanza y por la 
que algunos sentimos una profunda nostalgia. Al calor de esa nostalgia 
se escribieron los cuentos de 
Parando en Todas,
 un viaje por lugares y personajes que nos marcaron, por formatos 
diversos y multiplicidad de voces que permiten invocar aquel país 
perdido.
 
Sus ediciones son muy cuidadas, 
incluso en los detalles, siendo el más bonito incluir un señalador, pero
 mantienen un precio accesible. ¿Cómo logran ese balance cuando 
editoriales similares a la suya aumentaron, y mucho, sus libros?
Diego Aristi López: Es una apuesta, una 
decisión. Cuidamos los textos tanto como la calidad de las ediciones. 
Seguimos un formato, excepto en la colección de poesía que estamos por 
presentar pronto con El año que fui homeless, de Paula Novoa, que
 va a tener más libertades pero la misma calidad. Demostramos que se 
puede. El precio y las ediciones de Cave Librum invitan al lector 
curioso a animarse a llevarse los libros. También esto funciona como una
 especie de recompensa. Hemos tenido muy buenas experiencias, lectores 
que ya siguen lo que publicamos.
Por otra parte, no vivimos de esto. 
Tenemos nuestros trabajos. Sólo pretendemos recuperar para volver a 
invertir, que la editorial se mantenga. Para nosotros el desafío es 
encontrar y por qué no, crear a nuestros lectores, que los libros se 
muevan, los textos circulen.
Los precios a veces también expresan políticas editoriales. La nuestra es que el que quiera leernos, lo pueda hacer.
No cuentan con subsidios de ningún tipo. ¿Por qué?
Gustavo Genez: ¿Por qué deberíamos 
recibir un subsidio? ¿Porque somos buenos? ¿Porque somos pobres? ¿Para 
apoyar al gobierno? No nos interesa nada de eso.
Diego Aristi López: No compartimos la 
lógica de que el Estado deba subsidiar editoriales, ni cantantes, etc. 
Por otra parte, eso tiene un costo, está a la vista, que no estamos 
dispuestos a asumir nunca. Lo nuestro es más bien “atacar el espíritu 
público”, como diría Artaud, que ser cómplices del relato de turno.
¿Se puede participar en este momento 
de la cultura, en este caso de la literatura, sin ser oficialista? Por 
otra parte, ¿es relevante lo que diga un escritor en el ámbito de la 
política?
Diego Aristi López: Nosotros lo estamos 
haciendo. Hay que buscar el espacio y para nosotros el margen es amplio.
 Vamos a todos lados pero siempre a decir lo nuestro.
Por otro lado, creo que, en general, en 
la Argentina la enorme mayoría de lo que llaman “intelectualidad” es tan
 dependiente de los programas de los gobiernos y de ocupar espacios 
estatales de producción de imaginarios que no es percibida por la 
mayoría de la población más que como eso, una fábrica de relatos que 
justifican el poder.
El machismo en el ambiente literario 
parece ser una marca registrada, como si fuera una incorrección en el 
2014 agredir a una mujer o denigrar a las feministas. ¿Ustedes lo 
notaron? ¿Cómo lo ven? ¿Es una muestra de cobardía o es la única 
“polémica” a la cual puede aspirar un, valga la redundancia, aspirante a
 escritor?
Diego Aristi López: Sin desmerecer el 
drama de la desigualdad y la violencia de género acá y en muchas partes 
del mundo, cuando estos temas ocupan el centro de la polémica hay que 
preguntarse siempre qué otras polémicas se ocultan con ella y por qué no
 se analizan todas sus causas tampoco. Y esto se relaciona con lo que 
venía diciendo sobre las relaciones con los estados y los subsidios.
María Laura Frecha: Tal cual. Con contradicciones secundarias muchas veces se intenta ocultar la fundamental.
¿Por qué parece ser tan necesaria la bendición de Beatriz Sarlo para los narradores jóvenes?
Gustavo Genez: No fui a la academia ni a 
la universidad. A Beatriz la conocí a través de las notas dominicales en
 la revista Viva y en suplementos culturales. No creo que su bendición o
 maldición sea algo importante para el que se toma el trabajo de 
escribir literatura. Es todo lo que puedo decir al respecto.
Diego Aristi López: La facultad forma 
lectores y está perfecto, más allá de las críticas puntuales que puedan 
hacerse. El problema es que no forma escritores, imposible hacer tal 
cosa, y muchos pretenden legitimarse desde allí. Eso causa situaciones 
risibles. Ojo, también pasa con algunos talleres literarios. Como sea, 
no es nuestro caso.
Hace poco Daniel Gigena señaló, con 
elegancia, que no se escribe bien en la literatura actual argentina y 
que no hay trabajo de edición o de corrección y eso se nota mucho. ¿Qué 
piensan de eso? ¿Lo notan? ¿Se escribe cada vez peor?
Gustavo Genez: Últimamente no leo las novedades, pero hojeo en las librerías y nada parece haber cambiado para bien.
Diego Aristi López: Sobre la edición ya 
respondí. Coincido en que falta corrección, trabajar el texto, como si 
la pulsión de escribir se hubiera trasladado a la exposición. Nosotros 
preferimos que hablen los textos, aunque claro, también hay que 
mostrarlos.
En general se pregunta qué autores 
empujan a un escritor a buscar su obra. Se podría preguntar también, 
¿qué impulsos vitales o golpes de la vida los llevaron a escribir?
Gustavo Genez: La literatura estuvo 
siempre en mi vida. Presumo mi literatura como una devolución, una 
continuación de la escena, de esa experiencia circular que conforman la 
lectura y la escritura.
María Laura Frecha: Sencillamente, repito, no he podido dejarla y ya no creo que lo haga.
Diego Aristi López: La literatura es una 
trampa, una fuga condenada desde el principio. Si caíste en ella siempre
 estará ahí, y será una aliada exigente. Una biblioteca es la hoja de 
ruta de su dueño, lo delata. La escritura dobla la apuesta, alimenta ese
 juego.
¿Qué literatura argentina desean para el futuro?
Diego Aristi López: Una más honesta y esmerada.
Gustavo Genez: E irreverente…
Diego Aristi López: Sí, que provoque y cuestione.
¿Cuáles son los planes para el 2015?
María Laura Frecha: Bueno, antes de fin 
de año inauguramos la Colección Precipicios, de Poesía, con el libro de 
Paula Novoa, como ya dijimos.
Proyectos hay muchos, posiblemente alguno
 de los chicos repita y seguiremos sumando voces. Pero vamos edición por
 edición, porque nos interesa militar los libros, que la gente sepa que 
existen y los están esperando en las librerías.
Donde encontrar a Cave Librum
Helena es argentina y tiene una banda que se llama Los Galgos. En Twitter @losgalgos
  
esmifiesta.cl
@holaesmifiesta